Resumen
El relato sobre la colonización de Lenapehoking, en la región hoy conocida como Pensilvania, se ha edificado en base a un ideal mítico de asentamiento pacífico sin conquista, atribuido mayoritariamente a la naturaleza pacifista de los cuáqueros. Sin embargo, la notable ausencia de violencia directa en la región no se debió a la influencia de William Penn; sino que fue producto de los valores distintivos de los lenape, que fomentaban la resolución pacífica de los conflictos. Los lenape creían que los distintos pueblos eran dotados de tierras y creencias religiosas diferentes, a fin de mantener cierto equilibrio y armonía. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los lenape, los colonos de Penn trajeron enfermedades, productos comerciales, prácticas agrícolas, creencias culturales e instituciones europeas que reconfiguraron violentamente el mundo lenape. Al revisar estas historias y reconsiderar la persistencia de los valores lenape en la memoria social de la tierra, podemos reconsiderar radicalmente nuestra relación pasada y presente. Los principios lenape de reciprocidad reflejan un modo de relación decolonial que también puede centrar el futuro indígena en nuestra imaginación política colectiva.
Reciprocidad y libertad recíproca
La reciprocidad era crucial para mantener la cultura lenape, reflejada en el ideal de “libertad recíproca”, un tipo de libertad que “fomentaba la libertad personal tanto para uno mismo como para los demás”.1 Esto queda claro en el registro material: los estudios arqueológicos de los enterramientos precoloniales de los lenape muestran pocos indicios de muertes violentas y sus pueblos no estaban fortificados, lo que indica su coexistencia principalmente pacífica con las tribus vecinas.2 Las comunidades lenape solían estar conformadas por pequeñas agrupaciones; a falta de un gobierno centralizado, los grupos lenape independientes formaban alianzas diplomáticas y militares recíprocas entre sí y con otros (incluidos los colonos), según las necesidades. 3
Una de las piedras angulares de la diplomacia lenape era la pacificación, recurriendo a la violencia o a la amenaza de violencia sólo cuando fracasaban los esfuerzos pacíficos.4 La libertad recíproca también se refleja en la estructura sociopolítica igualitaria y democrática de la sociedad lenape. Los sachems tomaban decisiones informados por un consejo de ancianos, y nada se hacía impulsivamente sin consultar tanto al consejo como a los miembros de la comunidad. Los sachems gobernaban y detentaban el poder a través de la voluntad colectiva de su pueblo. William Penn comentó: “Es admirable de ver que, a pesar de ser los reyes tan poderosos, se guían sin embargo por la voz de su pueblo”.5 Aunque las mujeres no ocupaban ni heredaban puestos de liderazgo, la sucesión de los sachems varones pasaba al hermano de un rey o a los hijos de su hermana, lo que refleja la importancia de la descendencia matrilineal en la sociedad lenape.6
La tribu del Primer Tratado
Los lenape tienen fama de ser la “tribu del primer tratado”, reconocimiento ganado no sólo por sus acuerdos con William Penn, sino también por el Tratado de Fort Pitt de 1778, el primer pacto indígena negociado con el recién establecido gobierno de Estados Unidos.7 Los lenape también se destacan por haber negociado un tratado anterior con los haudenosaunee (entonces llamados los iroqueses de las Cinco Naciones). Ese tratado de “Gran Paz” de 1669 fue el primero de una larga serie de acuerdos entre pueblos indígenas mediados por los lenape en los bosques orientales.8 Al aceptar la protección (y el controvertido estatus sociopolítico de “mujer”) ofrecida por los haudenosaunee, los lenape se unieron a la “Cadena de Alianzas” con los colonos ingleses de la colonia de Nueva York.9 Las tradiciones orales e históricas, recogidas tanto por observadores moravos como mohawk, atestiguan que esta paz se estableció a raíz del asentamiento colonial (y probablemente como respuesta al mismo).10
La experiencia de interacción pacífica entre los lenape y los “antiguos colonos” holandeses y suecos facilitó el comercio a la vez que disuadió la aparición de conflictos; el éxito de aquellos primeros asentamientos sentó las bases para la posterior colonia inglesa. Durante la mayor parte del siglo XVII, a pesar de la constante afluencia de colonos, los lenape mantuvieron el control de la región del valle de Lenapewhittuck (río Delaware) gracias a “la superioridad numérica, el uso estratégico de la violencia y la amenaza de violencia, y el énfasis en la paz y la libertad”.11 Sin embargo, a mediados del siglo XVII, la introducción de enfermedades provocó altas tasas de mortalidad entre los lenape (y otros pueblos indígenas), que tenían una inmunidad mínima a los patógenos europeos; estas pérdidas tuvieron profundos efectos morales y espirituales.12
Transacciones inmobiliarias y diplomacia estratégica
Los principios de reciprocidad que sustentaban los protocolos lenape de elaboración de tratados y comercio eran visibles en las transacciones de tierras que implicaban intercambios tanto diplomáticos como económicos. Para los lenape, estos encuentros encajaban en una red más amplia de relaciones; el intercambio de regalos ceremoniales (por ejemplo, wampum, pieles, bienes comerciales) simbolizaba nuevas relaciones interculturales recíprocas, más que simples pagos. Las diferentes visiones de estas transacciones provocaron conflictos, cuando los funcionarios coloniales rechazaron las demandas lenape de “pagos repetidos” y tratados “confirmatorios” por tierras que, según las tradiciones europeas, ya habían sido “vendidas”.13 Los lenape también esperaban conservar los derechos de caza, pesca, agricultura y habitación en tierras que eran de propiedad colectiva y no individual. No existía separación entre el pueblo y la tierra, expresada por el historiador cultural lenape Curtis Zunigha como: “No somos dueños de la tierra, somos de la tierra, pertenecemos a ella”. 14
Esta distinción ilustra la importancia del punto de vista para comprender la historia colonial. Como explica el historiador del derecho Steven Newcomb:
“Podemos reflexionar desde dos perspectivas principales: desde el punto de vista de nuestros antepasados nativos, de pie en la orilla mirando un barco invasor que navega hacia ellos, y desde el punto de vista de los colonizadores europeos cristianos, de pie en la cubierta del barco, mirando a nuestros antepasados. Este contraste nos permite considerar la diferencia entre el mundo mental de nuestros antepasados, creado por medio de nuestras propias lenguas, y el mundo mental de los europeos cristianos, creado por medio de sus lenguas. Desde este punto de partida podemos expresar una perspectiva desde la orilla y una perspectiva desde el barco”. 15
Para entender la “vista desde la orilla”, es esencial visualizar la desposesión de Lenapehoking no sólo como la transferencia de la tierra como propiedad, sino como la transformación de la tierra en propiedad. Aquí, como en otras partes del continente, la posesión europea se promulgó generando “condiciones que requieren el despojo y la enajenación de quienes aparecen, sólo retroactivamente, como sus propietarios originales”.16 La desposesión, en efecto, resignificó el concepto de la tierra del marco de las relaciones recíprocas lenape al de las relaciones comerciales coloniales.
Los líderes lenape se negaron a vender grandes parcelas de tierra, pero estaban dispuestos a permitir pequeños asentamientos, al tiempo que preveían la posibilidad de renegociar acuerdos por cualquier tierra no colonizada. En la década de 1680, con el ánimo de establecer relaciones pacíficas (como habían hecho con holandeses y suecos), los lenape ofrecieron a los colonos ingleses de Penn paso libre por tierras lenape; también acordaron advertir a sus nuevos vecinos de las amenazas de otros nativos.17 Un tratado de 1682, negociado por William Markham con dieciséis sachems lenape, establecía también la equidad judicial, estipulando: “que si los ingleses o los indios se maltrataban mutuamente en cualquier momento, se presentaran quejas ante sus respectivos gobiernos, y que se diera satisfacción de acuerdo con la ofensa”.18 Al imponer la igualdad de trato y fomentar la paz, los lenape instruyeron a los colonos europeos sobre las condiciones en que se les permitiría permanecer en Lenapehoking. 19
Reciprocidad en la libertad y en la violencia
William Penn reconoció la destreza de los lenape en diplomacia estratégica, señalando que no podían ser burlados en ningún tratado. Estaba impresionado con la generosidad de los lenape, destacando la libre circulación de riquezas y recursos. En los festivales y comidas comunitarias, al igual que en la elaboración de tratados, los sachem eran los encargados de distribuir los regalos y la comida, sirviéndose ellos en último lugar. Los conflictos intra-tribales eran raros y se perdonaban fácilmente. En casos de injusticia grave, la justicia lenape exigía que el culpable expiara el daño mediante “festines y regalos de sus wampum, proporcionales a la calidad de la ofensa o de la persona perjudicada”.20
Los principios de reciprocidad de los lenape se extendían incluso a situaciones de conflicto transcultural, como ejemplifica la historia de Frances Slocum, una niña cuáquera capturada en 1778 y criada por los lenape.21 Desde el punto de vista de los lenape, los Slocum (típicamente retratados como pacifistas bondadosos) no eran inocentes; formaban “parte de la afluencia masiva de colonos” empeñados en remodelar violentamente el territorio. El hermano de Frances, Giles, había participado en una incursión colonial anterior que destruyó un poblado lenape, quemando casas con familias adentro.22 La respuesta de los lenape fue selectiva y proporcional, basada en el deseo de restablecer parcialmente el equilibrio del poblado incendiado. La niña capturada, Frances Slocum, fue rebautizada como Weletawash y adoptada por una familia que había perdido a su hija. Esta práctica, similar a la de las “guerras de luto” de los haudenosaunee, tenía como objetivo restablecer las relaciones recíprocas, incluso en medio de la violencia. 23
Las creencias lenape en la libertad personal influyeron a veces en los valores europeos. Por ejemplo, a pesar de que los colonos cuáqueros profesaban respeto por la libertad individual y religiosa, aceptaron la importación de esclavos de África, las Indias Occidentales y las naciones tribales del sureste. Los lenape, que se oponían firmemente a esta práctica, ofrecieron refugio a los africanos que lograban escapar y exigieron el fin de todo comercio de esclavos. En respuesta, los líderes coloniales hicieron varios intentos para acabar con esta práctica, incluyendo impuestos prohibitivos sobre las importaciones de personas esclavizadas. Finalmente, en 1719 se pronunció el Philadelphia Yearly Meeting of Friends, órgano principal de la comunidad cuáquera, estableciendo “que los miembros no compran ni venden esclavos indios”. 24
Aun así, las relaciones pacíficas se desvanecieron. Durante siete décadas de convivencia con colonos ingleses, desde la década de 1680 hasta la de 1750, los líderes lenape habían abogado continuamente por la libertad recíproca en beneficio de todos. Pero el comportamiento engañoso de los colonos de Penn - evidente en la infame “Compra ambulante” de 1737, que enajenó 1.200 millas cuadradas de tierra- dejó en claro que no se podía confiar en los colonos de Pensilvania.25 Esta ruptura de relaciones condujo a décadas de violencia y reubicaciones forzosas.
La base espiritual de la reciprocidad
Por generaciones los lenape habían practicado el Gamwing (rito de la Casa Grande), un ritual anual que reforzaba la identidad de la comunidad, la armonía y las relaciones entre los sexos. Celebrada después de la cosecha de otoño, la ceremonia evocaba la responsabilidad (encarnada por un río, un clan, un pueblo y un jefe) y la revelación (encarnada por una persona, un espíritu, un lugar y el acceso al poder), recreando el universo según la historia del origen lenape.26 Durante doce días, en cada ceremonia, la gente se reunía en un edificio que reflejaba los conceptos lenape a través de “la silueta ovalada como el lomo de la tortuga en el suelo y el poste central como el árbol del mundo. . .anclado por el Creador, el cosmos y las creaciones”.27 Dentro de los límites de la Gran Casa, los practicantes lenape reconstruían conceptualmente y reforzaban por medio de ritos el equilibrio entre los parientes y la comunidad.
A finales del siglo XVIII, cuando a los lenape les resultaba cada vez más difícil vivir en Lenapehoking, las familias empezaron a trasladarse hacia el oeste. Aunque Pensilvania estaba situada en la tierra natal de los lenape, la región se consideraba peligrosa según el concepto de kwulakan, la idea “de que no se podía entrar en una zona en la que se había roto la armonía sin invocar la ira de las deidades”.28 De este modo, y hasta la década de 1860, las familias lenape fueron mudando sus miembros y su cultura hacia el oeste en una cadena de migraciones de Pensilvania a Ohio, Oklahoma y otros lugares, en busca de la supervivencia. Mientras lo hacían, reconstruían continuamente el universo lenape mediante prácticas y rituales recíprocos de larga tradición, incluyendo nuevas Casas Grandes y nuevos Gamwings, en cada uno de sus nuevos lugares de residencia.29
Referencias
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Soderlund, “The Lenape Origins of Delaware Valley Peace and Freedom”, 18. Véase también Gunlög Fur, A Nation of Women: Gender and Colonial Encounters Among the Delaware Indians (Filadelfia, PA: University of Pennsylvania Press, 2011). ↩︎
Soderlund, “The Lenape Origins of Delaware Valley Peace and Freedom”, 19. ↩︎
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Haefeli, " The Great Haudenosaunee-Lenape Peace of 1669", 82. ↩︎
Francis Jennings, “The Delaware Indians in the Covenant Chain”, en A Delaware Indian Symposium, Herbert Kraft, ed. (Harrisburg, PA: Pennsylvania Historical and Museum Commission 1974): 89-101. ↩︎
Haefeli, " The Great Haudenosaunee-Lenape Peace of 1669", 85-86. Las fuentes moravas incluyen a John Heckewelder, “Answers to Queries respecting Indian Tribes”, en “Communications made to the Historical and Literary Committee & to Members of the American Philosophical Society, on the Subject of the History, Manners & Languages of the American Indians” (1821), Mss.970.1H35c, American Philosophical Society, Philadelphia, PA. Para las fuentes mohawk, véase Douglas W. Bryce, ed., “A Glimpse of Iroquois Culture through the Eyes of Joseph Brant and John Norton”, Proceedings of the American Philosophical Society 117 (4) (agosto de 1973): 286-294. ↩︎
Soderlund, “The Lenape Origins of Delaware Valley Peace and Freedom”, 15. ↩︎
Thomas Sugrue, “The Peopling and Depeopling of Early Pennsylvania: Indians and Colonists, 1680-1720”, The Pennsylvania Magazine of History and Biography 116 (1) (1992), 11. ↩︎
Sugrue, “The Peopling and Depeopling of Early Pennsylvania”, 22. ↩︎
Curtis Zunigha, entrevista de Safaya Smallwood, 12 de noviembre de 2023. ↩︎
Steven Newcomb, “Johnson v. M’Intosh and the Missing Cover of the Jigsaw Puzzle”, Canopy Forum: On the Interactions of Law & Religion, 13 de abril de 2023. ↩︎
Robert Nichols, “Theft Is Property! The Recursive Logic of Dispossession “, Political Theory 46 (1) (febrero de 2018), 3. ↩︎
Soderlund, “The Lenape Origins of Delaware Valley Peace and Freedom”, 17. ↩︎
Markham, primo de William Penn, era gobernador de la Colonia de Pensilvania cuando negoció este tratado en el verano de 1682, varios meses antes del tratado de otoño de 1682 de Penn en Shackamaxon. Mary Maples Dunn y Richard S. Dunn y otros, eds. The Papers of William Penn (Filadelfia, PA: University of Pennsylvania Press 1981-1987), 2: 261-269. ↩︎
Soderlund, “The Lenape Origins of Delaware Valley Peace and Freedom”, 28. ↩︎
Myers, ed., William Penn’s Own Account of the Lenni Lenape,” 33, 43. ↩︎
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