Resumen
A principios del siglo XXI se ha producido un auge del movimiento mundial en favor de los derechos de los pueblos indígenas, destacado por la adopción de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas en 2007. Este movimiento ha generado un mayor concienciación sobre la discriminación y despojo enfrentados por los grupos indígenas y ha hecho hincapié en la autodeterminación en materia de derechos culturales, sociales, económicos y políticos. Un elemento central es la iniciativa de “land back”, que aboga por el restitución de las tierras indígenas a sus legítimos custodios de cuatro maneras: reconocimiento de las reservas, audiencias de reclamaciones de tierras, restitución de tierras y reparaciones económicas. Las comunidades indígenas de todo el continente están persiguiendo estas formas de reparación, a menudo con un apoyo gubernamental mínimo. En Estados Unidos, las comunidades indígenas recurren cada vez más a fideicomisos de tierras sin ánimo de lucro para recuperar sus tierras. Este modelo, inspirado en las estrategias de conservación medioambiental, permite a las comunidades indígenas ejercer un control sobre la propiedad de la tierra. La Comunidad Consolidada Colfax-Todds Valley de la Ranchería Colfax (CTVCT, por sus siglas en inglés) de California ejemplifica este planteamiento. Tras la pérdida de las tierras de su reserva en la década de 1960, la CTVCT estableció el Koy’o Land Conservancy. Esto les permitió recuperar tierras, como la Gerjuoy North Fork Preserve, ahora rebautizada Yo’ Dok’im Pakan. Este esfuerzo simboliza la soberanía y la resiliencia cultural, mostrando cómo las herramientas de conservación privadas pueden apoyar las iniciativas de recuperación de tierras.
El despojo de las tierras indígenas socava la capacidad de las comunidades para mantener la cohesión social y política, conservar las prácticas culturales e imaginar un futuro seguro. Sin embargo, el primer cuarto del siglo XXI ha sido testigo del auge de un movimiento mundial por los derechos de los pueblos indígenas. Con la adopción de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007) y una mayor conciencia de la discriminación y el despojo a las que se enfrentan los grupos indígenas, han aumentado las demandas de autodeterminación de los derechos culturales, sociales, económicos y políticos.1
Un elemento clave de este movimiento ha sido fomentar el concepto de “land back”, o la recuperación de las tierras indígenas por sus legítimos custodios, de una forma u otra. Esta idea general se ha concretado de cuatro maneras: (1) un mayor reconocimiento de las reservas o ejidos previamente establecidos para las comunidades indígenas por tratado o política gubernamental; (2) audiencias patrocinadas por el gobierno sobre reclamaciones de tierras para adjudicar indemnizaciones a las comunidades indígenas, que pueden o no incluir derechos sobre la tierra; (3) la devolución de tierras a las comunidades indígenas; y (4) reparaciones económicas obligatorias o voluntarias. En todo el continente americano, los grupos indígenas han propuesto variaciones de estas cuatro formas de reparación en sus contextos políticos concretos.
Sobre todo, ante la falta de un fuerte apoyo o reconocimiento gubernamental, las comunidades indígenas están explorando medios alternativos para recuperar sus tierras por sí mismas. Muchos se han enfocado en desarrollar mecanismos legales específicos para que las comunidades puedan tener la propiedad plena de los terrenos. Las comunidades indígenas han adaptado modelos tradicionales de conservación ambiental y han creado fideicomisos de tierras sin fines de lucro para asegurar la propiedad comunitaria. Estos modelos son atractivos porque permiten a las comunidades indígenas mantener el control sobre sus territorios de manera autónoma. De esta manera, promueven la sostenibilidad de la comunidad y construyen una gobernanza sólida, incluso cuando los mecanismos de soberanía tribal enfrentan limitaciones estructurales. Si bien existen variaciones del modelo de fideicomiso de tierras sin ánimo de lucro en todo el continente americano, este ha alcanzado una popularidad significativa en Estados Unidos, donde la conservación de la tierra ya es un objetivo prioritario para muchas organizaciones sin ánimo de lucro. La Comunidad Consolidada Colfax-Todds Valley de la Ranchería Colfax estableció el Koy’o Land Conservancy expresamente con este fin.
Las tierras ancestrales de la Comunidad Consolidada Colfax-Todds Valley de la Ranchería Colfax (CTVCT, por sus siglas en inglés) se encuentran en las montañas de la Sierra Nevada, al noreste de California. En 1848, un grupo de mineros descubrió oro en la zona, y una oleada de colonos la invadió, expulsando a los habitantes indígenas de sus tierras o matándolos directamente. De los que huyeron, algunos se refugiaron en zonas periféricas a la actividad minera, regresando una vez que los mineros hubieron agotado el oro del suelo aurífero de la región. En 1915, la Oficina de Asuntos Indígenas adquirió 40 acres de tierra en Colfax, California, para los supervivientes de la Comunidad. Un censo realizado en aquella época identificó sólo sesenta y cinco miembros supervivientes. Sin embargo, la compra proporcionó a la Comunidad una reserva, también conocida como una “ranchería”, y un gesto federal de reconocimiento que se convirtió en la base de la relación formal entre la Comunidad y el Gobierno de Estados Unidos.2
Pocas décadas después, surgió un movimiento nacional para poner fin al sistema de reservas indígenas, y California sirvió de campo de pruebas para esta política. En 1958, el Congreso de Estados Unidos promulgó la Ley de Rancherías de California, desmantelando 41 reservas y disolviendo su relación con el Gobierno estadounidense. Las tierras de las reservas se parcelaron entre los miembros de las comunidades. En 1964, se aprobó una enmienda a la ley que autorizó a la Oficina de Asuntos Indígenas vender las tierras de otras reservas en California. Aunque la Ranchería Colfax no era una de las 41 reservas sujetas a la ley de 1958, las tierras de la Comunidad estaban sujetas a la enmienda de 1964. Aunque los miembros de la Comunidad protestaron, la Oficina de Asuntos Indígenas vendió la Ranchería Colfax en 1965.3
Tras la venta de la Ranchería Colfax, el terreno se subdividió y urbanizó para construir viviendas. La urbanización hizo inviable la reincorporación de la reserva. Sin embargo, algunas de las parcelas se mantuvieron como espacios abiertos y permanecieron sin urbanizar. La residente local Sue Ghilotti, que había adquirido algunas de estas parcelas, se ofreció a devolver su propiedad no urbanizada a la Comunidad tras conocer su historia. El principal obstáculo era que la CTVCT necesitaba una organización capaz de mantener y administrar las tierras en nombre de la Comunidad. Una entidad de conservación de tierras bajo control tribal, constituida según la legislación estadounidense como una organización sin ánimo de lucro, resultó ser la opción más adecuada. En última instancia, el Koy’o Land Conservancy podría conservar las parcelas de Sue Ghilotti y cualquier otra tierra de importancia cultural que la CTVCT pudiera adquirir.4
En 2022, reconociendo que la CTVCT podría mantener tierras a través del Koy’o Land Conservancy, el Placer Land Trust (un fideicomiso de tierras dedicado a la protección y conservación de espacios naturales y agrícolas en el condado de Placer, California) transfirió a la Comunidad 40 acres de terreno forestal, conocido entonces como la Gerjuoy North Fork Preserve. El terreno es un foco de biodiversidad en las estribaciones de la Sierra Nevada. Con vistas a las altas montañas de la Sierra por encima y a un valle fluvial por debajo, es también un lugar donde los antepasados de la CTVCT se reunían y preparaban la comida. La propietaria anterior había trabajado con el Placer Land Trust para garantizar la conservación permanente de la propiedad, y cuando el Placer Land Trust adquirió el terreno con financiación de la Junta de Conservación de la Vida Silvestre del Estado de California en 2020, los pactos de conservación que lo protegían se transfirieron junto con la propiedad. El traspaso del terreno brindó la oportunidad de rebautizarlo con un nombre tradicional. La Comunidad rebautizó la propiedad como Yo’ Dok’im Pakan – Gerjuoy North Fork Preserve. El nombre “yo’ dok’im pakan” significa “manantial de la bifurcación norte” en la lengua nisenan y refleja la ubicación de la parcela dentro de las tierras de la CTVCT.5
Para comunidades como la CTVCT, la recuperación de tierras contribuye a la reparación de la comunidad. La tenencia de la tierra se convierte en un ejercicio de soberanía, ya que las Comunidades pueden practicar su cultura tradicional y ejercer la mayordomía ecológica del paisaje sin injerencias externas. El CTVCT estudia ahora la mejor manera de conmemorar la pérdida de su reserva, la actual falta de reconocimiento federal de la Comunidad y las políticas federales que tan desastrosas fueron para sus miembros, así como para otras comunidades de California. Al convertir el espacio en un “monumento vivo” con plantas tradicionales y elementos interpretativos, la Comunidad espera conectar con las conversaciones nacionales que están replanteando la forma de conmemorar sucesos trágicos e injusticias sistémicas. Por el momento, la tenencia de una parte de la antigua reserva constituye un poderoso reconocimiento de la persistencia y presencia continuada de la Comunidad en el condado de Placer, California. La CTVCT está buscando formas de integrar las prácticas ecológicas tradicionales en su mayordomía de la Yo’ Dok’im Pakan – Gerjuoy North Fork Preserve. Entre ellas se incluye el uso cultural del fuego, que se refiere a las prácticas tradicionales indígenas de utilizar quemas controladas o prescritas para gestionar los paisajes, promover la biodiversidad y prevenir incendios forestales de mayor envergadura. En 2024, la Comunidad recibió una importante subvención del Programa de Soluciones Tribales Basadas en la Naturaleza del Estado de California para mejorar su capacidad de custodiar los paisajes tradicionales de las montañas y estribaciones de la Sierra Nevada.
La experiencia de la CTVCT demuestra cómo la creación de una entidad de conservación de tierras puede allanar el camino para esfuerzos más amplios de recuperación de tierras tradicionales, sirviendo así de catalizador para impulsar el objetivo de “land back”. Aunque la transferencia inicial de tierras fue bastante modesta, resultó vital para conmemorar la experiencia de la Comunidad y demostró su capacidad de gestión y gobernanza de la tierra a los actores externos que buscaban un socio tribal. El esfuerzo invertido en la creación de esta entidad rindió sus frutos, ya que permitió a la Comunidad adquirir tierras y obtener subvenciones adicionales para apoyar sus proyectos de conservación. El éxito de la CTVCT al convertirse de nuevo en una “comunidad terrateniente” sirve como poderoso recordatorio de que los instrumentos de conservación privados, cuando se adaptan a fines indígenas, pueden apoyar eficazmente los objetivos y necesidades tribales.
Este artículo es una adaptación de:
Daniels, Brian I., III, Clyde Prout, Cubbler, Pam, Armbruster, Fiona y Canning, Sylvie. “Returning Homelands to a California Native American Tribe”. Expedition Magazine 64, núm. 1 (2022): 4–5. Consultado el 29 de mayo de 2024. https://www.penn.museum/sites/expedition/returning-homelands-to-a-california-native-american-tribe/
Referencias:
“Ancestral Homelands Return to Local Tribe.” Placer Land Trust. Consultado el 29 de mayo de 2024. https://placerlandtrust.org/ancestral-homelands-return-to-local-tribe/.
Daniels, Brian I., Clyde Prout III, Pam Cubbler, Fiona Armbruster y Sylvie Canning. “Returning Homelands to a California Native American Tribe,” Expedition Magazine 64, núm. 1 (2022): 4–5. Disponible en: https://www.penn.museum/sites/expedition/returning-homelands-to-a-california-native-american-tribe/.
Niezen, Ronald. The Origins of Indigenism: Human Rights and the Politics of Identity. Berkeley, CA: University of California Press, 2003.
Lectura adicional:
Middleton, Beth Rose. Trust in the Land: New Directions in Tribal Conservation. Tucson, AZ: University of Arizona Press, 2011.
Para más información sobre el movimiento mundial por los derechos indígenas, véase Ronald Niezen, The Origins of Indigenism: Human Rights and the Politics of Identity (Berkeley, CA: University of California Press, 2003). ↩︎
Véase Brian I. Daniels, Clyde Prout III, Pam Cubbler, Fiona Armbruster y Sylvie Canning, “Returning Homelands to a California Native American Tribe”,Expedition Magazine 64, núm 1 (2022): 4–5. Disponible en: https://www.penn.museum/sites/expedition/returning-homelands-to-a-california-native-american-tribe/. ↩︎
Daniels, Prout, Cubbler, Armbruster y Canning, “Returning Homelands to a California Native American Tribe”, 4–5. ↩︎
Daniels, Prout, Cubbler, Armbruster y Canning, “Returning Homelands to a California Native American Tribe”, 4–5. ↩︎
“Ancestral Homelands Return to Local Tribe”, Placer Land Trust, consultado el 29 de mayo de 2024, https://placerlandtrust.org/ancestral-homelands-return-to-local-tribe/. ↩︎