Resumen
La historia de la Lof Carriqueo
La comunidad Mapuche Carriqueo se encuentra ubicada a once kilómetros de la turística ciudad de San Carlos de Bariloche, en la Patagonia argentina. Rudecindo Rozas y Adelaida Vázquez, abuelos paternos de Susana Carriqueo, quien vive con su familia en el territorio, llegaron desde Chile cerca del año 1900. Las historias de la familia se remontan desde esos días hasta la actualidad, y dan cuenta de la vida vinculada desde siempre a los cursos de agua que rodean el territorio y que condicionaron a sus tradiciones y aprendizajes en la infancia. Pero también advierten de los cambios que fue sufriendo su cotidianidad a partir de emprendimientos turísticos, de la contaminación del río y de la urbanización creciente no planificada.

2 – Imagen satelital. Zona de la Lof Carriqueo
3 Video. A orillas del arroyo Gutiérrez
La ciudad de San Carlos de Bariloche es uno de los puntos neurálgicos del país en lo que respecta al turismo. Conocido internacionalmente por tener el Centro de Esquí más grande en Latinoamérica y por las bellezas naturales que lo rodean. En los últimos treinta años ha aumentado en igual medida el desarrollo turístico y las personas que han decidido trasladarse a vivir a la ciudad patagónica. Esto ha devenido en cambios de infraestructura y grandes niveles de contaminación y afectación a la flora, fauna y entorno del lugar. Sumado a esto las históricas tensiones entre grupos privados, el Ejército argentino y las comunidades indígenas han cobrado mayor relevancia en los últimos años dejando en situación de vulnerabilidad y exposición los reclamos de las familias, como en el caso de la familia Carriqueo que hace más de tres generaciones vive en los territorios que el Estado argentino aún no les reconoce como propios. El territorio de la Lof, que abarca dos hectáreas y media, no cuenta hasta la actualidad con ningún reconocimiento oficial, si bien la comunidad solicitó formalmente que se realizara el relevamiento territorial en el marco de la ley nacional nro. 26.160. La necesidad de que se implemente dicha ley surge de la presión que vienen padeciendo hace años en manos de diversos actores que han ocupado parte de su territorio y que usan dicha superficie como un basural. El territorio que actualmente se conoce como Patagonia fue escenario de un genocidio llevado adelante por los Estados nación argentino y chileno en sus etapas formativas. En las últimas décadas del siglo XIX, el ejército argentino persiguió, asesinó, secuestró, encerró y torturó a miles de indígenas que vivían libres en sus territorios. Las familias y comunidades sobrevivientes pertenecientes al Pueblo Mapuche, fueron desplazadas de sus lugares, llevadas a campos de concentración o deportadas como mano de obra barata a diversas ciudades. Este proceso ocurrió a ambos lados de la Cordillera de los Andes. En las memorias de estas familias la decisión de trasladarse desde sus lugares de orígenes hacia otros (como en el caso de los miembros de la comunidad Carriqueo) responde a modos de supervivencia y estrategias colectivas post genocidio. A lo largo de los años, otra de las herramientas de supervivencia fue el silenciamiento y el olvido de costumbres o prácticas ancestrales o idiomáticas. Sin embargo, muchos de los conocimientos se fueron transmitiendo entre generaciones.
En 1938 Rudecindo fue contratado por Vialidad Nacional para la construcción de represas y diques desde Puerto Moreno Sur hasta Virgen de las Nieves. Esas construcciones aún están en uso y organizan el curso del agua en esa zona de la ciudad.
4 Video. Leyenda: Recuerdos sobre el cuidado del dique
El matrimonio tuvo hijos e hijas que con el tiempo fueron trasladándose a lugares aledaños. Allí permaneció su hijo José Alberto quien se casó con Ángela Carriqueo, quien venía escapando de una estancia en la zona de Pichi Leufu, de donde es oriunda su familia. El nombre de la comunidad Carriqueo lleva su apellido en honor a esta mujer que fue quien cuido y respetó con dedicación el territorio de acuerdo a sus hijos e hijas. En los relatos heredados, la familia Carriqueo cuenta muchas veces cómo era la vida alrededor de los arroyos, y también describe con mucho dolor los momentos en los que la vida cotidiana comenzó a cambiar como consecuencia de la contaminación de las aguas y la urbanización desmedida que se desarrolló alrededor. Actualmente en el territorio vive la tercera, cuarta y quinta generación de la familia. En medio de la urbanización creciente, sostienen una vida parcialmente rural.
Recuerdos de un paisaje único

5 - Foto. Susana Carriqueo a orillas del canal Gutiérrez
El territorio de la Comunidad se encuentra rodeado por dos cauces de agua: el arroyo Gutiérrez y un canal homónimo formado por el desvío de ese mismo arroyo.

6 - Imagen satelital. Una comunidad entre aguas
Al ingresar a la Lof se tiene la sensación de estar en presencia de un resguardo natural que contrasta con los avances de la urbanización de sus alrededores. Los álamos plantados por la abuela Adelaida continúan creciendo a la orilla del río y persisten sus grandes extensiones de pastizales. En las recorridas por el lugar sus integrantes rememoran los usos y formas que tenía el paisaje donde hoy viven. Cuentan que los animales poblaban las orillas de los arroyos. Había presencia continua de huillines (especie de mamífero carnívoro de la familia Mustelidae que habita ambientes acuáticos de Chile y Argentina) y de nutrias endémicas de la Patagonia que se encuentran en peligro de extinción. Asimismo, tal como rememoran desde la comunidad, los mimbres circundantes al arroyo eran utilizados para realizar objetos de cestería y con los juncos construían cortinas. Era habitual darse largos baños en el agua. Los colores de las hojas de los sorbus (o serbal de los cazadores, árbol del género de la familia de las rosáceas) que crecían a lo largo del arroyo conformaban un marco otoñal de gran belleza, tanto que pintores de la talla de José Evaristo Repossini solicitaban permiso para retratar dicho paisaje.

7 – Imagen. “Otoño”, Evaristo Repossini, óleo, 1959. Fuente: galeriapremier.com.ar.

8 – Foto. La Lof en otoño
“Las buenas palabras” heredadas
A través de las generaciones, las personas mapuche fueron transmitiendo consejos, normativas y protocolos acerca de cómo resguardar las vidas diversas que se encuentran en sus territorios; pero, sobre todo, transmitieron “buenas palabras” sobre la importancia de honrar, cada día, el vínculo de reciprocidad y afecto que siempre ha existido entre todos los seres que conviven en una misma morada. Les antepasades dejaron como un tesoro esas buenas palabras en la comunidad Carriqueo y es por eso que hoy hace propio ese compromiso construyendo sus normas y reglas de cuidado de la naturaleza y obligándose a cumplirlas. Por ejemplo, para la familia Carriqueo es muy importante mantener el arroyo limpio. Para ello los pañales de los niños nunca debían ser lavados en el agua, los peces se limpiaban lejos del arroyo y había ciertas reglas para entrar a bañarse al agua. Todos recuerdan cómo Ángela Carriqueo cuidaba el agua y el territorio, y a su vez cómo enseñó a sus hijos e hijas a hacerlo, a través de contadas, comportamientos y consejos. “El agua era impecable” cuenta Susana.
9 - Video. Añoranza de Susana Carriqueo respecto de la pureza anterior de las aguas del canal
Los consejos y conocimientos sobre el río
En la memoria de los integrantes de la comunidad las historias y anécdotas en torno a la pesca aparecen con distintos énfasis. Están aquellas en donde José Alberto se organizaba para ir con los hijos e hijas a pescar llevando consigo una especie de arpones y cambuchos que construía para ello.
10 - Video. Actividades de subsistencia y trabajo
Sacaban truchas grandes que usaban para su propio consumo pero las más de las veces para venderlas entre los vecinos y a los hoteles de la zona. Era tan abundante la pesca que completaban grandes tambores de 200 litros con los pescados. Cuentan también que de pequeños se despertaban a las cuatro de la mañana e iban con linternas o velones a orillas del arroyo a pescar antes de ir a la escuela.
11 - Video. Las huellas de la pesca familiar
A su vez, las personas de la zona les solicitaban permiso para poder acercarse a la orilla y pasar el día pescando. Ocasionalmente, les dejaban de regalo la pesca del día. La familia Carriqueo llegó a crear una laguna a partir del canal para sembrar alevinos (crías recién nacidas de peces).
La vida en el territorio
Tenían al menos tres huertas en el territorio, todas eran alimentadas por un sistema de riego construido por el padre de Susana, el cual partía desde el arroyo hasta las plantaciones. Las verduras eran consumidas por la familia si bien también salían a venderlas a los vecinos aledaños o a las ferias. Cuentan las mujeres de la comunidad que de pequeñas debían ir desde el arroyo hasta la huerta con baldes llenos de agua para que las verduras no se echasen a perder. También recuerdan que trasladaban leña desde un extremo del territorio arrojando los troncos aguas arriba y recibiéndolos en el lugar de acopio, donde eran atrapados con ganchos para extraerlos del agua. Cuando uno recorre el territorio todavía encuentra huellas de las actividades realizadas a lo largo de tres generaciones: la platea construida para lavar ropa a la vera del arroyo, los lugares a orillas del río donde se paraban a pescar, las curvas del cauce donde se bañaban, la toma de agua desde donde se abastecían las huertas.
La contaminación y la alteración de la vida cotidiana
12 - Video. La contaminación del arroyo Gutiérrez
Hace unos treinta años, la comunidad comenzó a notar problemas de salud en los niños y en los vecinos que vivían en las cercanías. Cuentan que los bebés padecieron problemas en la piel, gastroenteritis y diarrea. Susana recuerda que una vecina tuvo problemas estomacales y enfermó gravemente como consecuencia de haber bebido dicha agua. Cuando vincularon estos hechos con los signos de contaminación en el agua iniciaron una investigación. Fue una vecina quien les contó que las aguas estaban contaminadas porque el complejo de esquí lanzaba aguas servidas al arroyo Gutiérrez. La preocupación de la comunidad y vecinos fue tal que lograron analizar estas aguas. El estudio arrojó que el agua “no era apta para consumo humano”. A partir de la contaminación del agua la vida cotidiana de la comunidad Carriqueo se vio fuertemente alterada. Por ejemplo, se vieron en la obligación de trasladarse hasta una vertiente para conseguir agua para beber y dejaron de tomar baños en sus aguas porque les afectaba la piel. Según cuenta Susana, el agua ya no es transparente ni cristalina y las piedras del lecho del arroyo se cubrieron de una sustancia amarronada. La superficie presenta burbujas que indican la presencia de bacterias. Los peces también evidencian los efectos de la contaminación: al abrirlos se observan gusanos y manchas. En el año 2007 Erasmo Maldonado, esposo de Susana, presentó una denuncia mediática describiendo el estado en que queda el arroyo luego de la temporada turística invernal:
En el año 2016, la comunidad solicitó un nuevo análisis de la calidad de las aguas del arroyo Gutiérrez. Los informes de todos los análisis realizados históricamente fueron unánimes, la calidad del agua “no es apta para consumo humano” (ver Denuncias e Informes sobre la calidad del agua).
El despojo territorial
A los escenarios de contaminación de las aguas se le agregan los avances de privados que invaden el territorio de la Comunidad mediante alambrados y arreglos inmobiliarios de dudosa procedencia y la presión constante que realiza el Ejército argentino sobre su territorio.

13 - Imagen Satelital. El despojo territorial
Los privados han colocado en la vera del canal, donde la familia desarrollaba su vida, carteles de prohibido pasar, desparramando chatarra y alambrados.

14 - Foto. Carteles de prohibición de acceso dentro de la Lof Carriqueo que recuerdan el despojo

15- Foto. Chatarras que acopian los usurpadores de la Lof Carriqueo

16 - Foto. Leyenda: La Lof Carriqueo convertida en un basural por los usurpadores
17 - Video. Evidencia de los destrozos realizados por los usurpadores
Reflexiones finales: una comunidad en defensa de su territorio
La historia de la Lof Carriqueo narra el habitar de una familia mapuche en un territorio de belleza natural único. Generación tras generación han sabido cuidar y disfrutar su entorno y han transmitido dicho saber a las siguientes generaciones. Su memoria se encuentra plagada de anécdotas sobre las aguas que les rodean: juegos, subsistencia, trabajo, paisaje, cuidado y también accidentes trágicos. El canal y el arroyo Gutiérrez abrazan el territorio como conteniéndolo, cuidándolo. Sin embargo, dicho abrazo no ha alcanzado para proteger al territorio de los foráneos. La historia argentina de persecución a los Pueblos indígenas y despojo de sus territorios incluyó a la comunidad mapuche Carriqueo. Tanto el Ejército argentino como diversos privados han presionado a la Lof para apoderarse de su territorio a través de estafas, demandas y también hostilidad. Más allá de los incansables esfuerzos de la familia por obtener el reconocimiento oficial de su lugar en el mundo aún no lo han logrado. Por el contrario, sistemáticamente reciben órdenes de desalojo y la prohibición, a través de carteles pero también de la presencia de los usurpadores, de acceder al sector de su territorio donde se encuentra el canal Gutiérrez construido por el abuelo de Susana Carriqueo. Los cauces de las aguas que rodean la comunidad tampoco pudieron evitar el avance y las consecuencias del proceso de gentrificación. La belleza del paisaje de la ciudad de San Carlos de Bariloche y sus alrededores ha atraído capitales para el desarrollo de la industria turística: centros de esquí, hoteles, restaurantes y enorme cantidad de turistas. Desarrollo que no ha sido enmarcado por normativas que procuren evitar y controlar los efectos nocivos sobre las poblaciones y el medio ambiente. Así, la familia Carriqueo con mucho pesar y añoranza es testigo privilegiado no sólo del despojo sino del deterioro de su entorno. Las aguas se encuentran contaminadas, la fauna se aleja o extingue, la vegetación desaparece, las personas se enferman, el territorio se transformó en un lugar donde se acumulan desperdicios. A pesar de todo, el amor por su territorio y la fuerza por respetar las enseñanzas de sus mayores son inquebrantables. Con tenacidad firme la Lof Carriqueo no deja de reclamar a las autoridades y cuidar su territorio.